
EL CAMINO VERDADERO
EL VERDADERO AMOR
2) Las características del verdadero Amor
¿Qué es el verdadero amor? Si hubiéramos vivido en el 1º siglo, el idioma griego nos habría ayudado a entender que clase de amor estamos necesitando.
En aquellos días, la palabra "epithumia" hablaba de un deseo erótico, "eros" describía un sentimiento romántico, "storge" denotaba un amor protector, "phileo" un amor de amigos y familiar, y "ágape" el amor de Dios.
Esta palabra es la que usa Pablo para describir el amor en 1º Corintios 13:4 al 7. Te invito a leerla y de paso te digo que sería bueno que la supieras de memoria; ella dice:
“el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
ES SUFRIDO: al ser paciente con las imperfecciones de la gente, no se venga ni castiga rápidamente aún en el dolor.
ES BENIGNO: activo en hacer el bien, útil, generoso. Un popular dicho en los tiempos de Jesús entre los rabinos era: “no hagas a otro el mal que tú no quieras que te hagan a ti”. Un principio sabio, pero es pasivo; Jesús enseña “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” El dice “haced”, un principio proactivo, que nos demanda a tomar la iniciativa.
NO TIENE ENVIDIA: en razón de que no es posesivo ni competitivo, sino que desea lo mejor para los demás. No se ofende ni se amarga por los logros ajenos, aunque nunca los pueda alcanzar. Aunque le gustaría tener más no desea que los otros tengan menos.
NO ES JACTANCIOSO: posee la cualidad de ocultarse, no hace ostentación de sí mismo, no se presta para la exhibición ni siquiera sutilmente. No se hace publicidad, al dar un testimonio, procura diligentemente que el nombre de Dios, no el suyo, sea exaltado. Al mismo tiempo, no se denigra, ni se agravia a sí mismo hasta que los demás dicen, ¡que humilde!, sino que sabe manejar los triunfos que Dios le da.
NO SE ENVANECE: no tiene ni ostenta vanidad, u orgullo. Sabe recibir ayuda. También el término describe a alguien que no está tan lleno de sí mismo como para no ser sensible al dolor ajeno.
NO HACE NADA INDEBIDO: aún en situaciones difíciles, no hace ni tampoco pide a nadie hacer algo que sabe que está mal. No hace ni influye a alguien a hacer algo que está en contra de los principios de Dios.
NO BUSCA LO SUYO: no insiste en sus derechos o demanda precedencia alguna; al contrario,
su foco de atención es externo por hacer la voluntad de Dios y consecuentemente, ser una bendición para los demás. Es abnegado.
NO SE IRRITA: no es susceptible, grosero, u hostil, siempre mantiene la compostura. No se irrita fácilmente.
NO GUARDA RENCOR: no lleva la cuenta de los males que ha sufrido para desquitarse, sino que borra el resentimiento. No describe una actitud que es imprudente con gente que pueda hacernos daño; o que ya lo haya hecho; sino que perdona.
NO SE GOZA EN LA INJUSTICIA: no le satisface una vida que no irradia la justicia de Dios. No se alegra del infortunio ajeno, ni difunde rumores maliciosos. No es chismoso, ni promueve conversaciones estériles.
SE GOZA EN LA VERDAD: los que no se gozan en la verdad, se complacen en la injusticia (2 Tesalonicenses 2:12). Nosotros en cambio tenemos que buscar una comprensión acertada de Dios, de sí mismo, y de los demás. No el autoengaño. Toda conducta indebida está fundamentada en una falsa percepción de la realidad. La verdad sobre Dios, nosotros y los demás; nos capacita para establecer metas favorables para todos.
TODO LO SUFRE: al defender, sostener y soportar a otros. No significa que los demás pueden usarme indebidamente, sino que tiene una genuina preocupación por las otras personas. Confronta sin ofender. Responde de manera apropiada frente a decisiones de otra persona.
TODO LO CREE: atribuye buenas intenciones a los demás, no es suspicaz y cree en los cambios que Dios puede realizar en otros. Esto no quiere decir que deba ser ingenuo, sino que el amor crece y se sostiene a través de la fe. El amor está cimentado en la fe, que a su vez, está cimentada en la Palabra de Dios.
TODO LO ESPERA: no se desanima. Esta característica es el resultado de la fe ya mencionada.
TODO LO SOPORTA: en permanecer hasta el final.
EL AMOR NUNCA DEJA DE SER: puesto que su fuente de vida es Dios eterno.
1º CORINTIOS 13: 1 al 8