
EL CAMINO VERDADERO
¿COMO RECIBIR LA SALVACION POR FE?
5) La transformación del carácter del hombre y su seguridad
Es infalible estar consciente que el cambio del carácter de una persona es también por fe en la obra redentora que Cristo consumó. La obediencia a las Escrituras aumenta paulatina y progresivamente en aquel que verdaderamente ha creído en la salvación que Dios ofrece.
“De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24)
Observa que dice “tiene vida eterna” y no dice tiene vida hasta que vuelva a enredarse en pecados. Esta es la seguridad que el poder libertador de Jesús nos ofrece; por eso añade “y no vendrá a condenación”
“Y está en la voluntad del Padre, el que me envió, que de todo lo que me diere, no pierda yo nada si no que lo resucite en el día postrero.” (Juan 6:39)
Jesús no fallará en cumplir la voluntad de su Padre. El no perderá a nadie que se entregue sinceramente a El.
“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio.” (2 Pedro 2:9)
Advierte que es el Señor quien sabe librar al piadoso o a aquel que ha creído en Jesucristo y no es el hombre quien se libera por sí mismo.
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría. Al único y sabio Dios, nuestro salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.” (Judas 1:24 al 25)
Poderoso viene del griego “dunamai” esta palabra combina poder y voluntad, fuerza propia y acción. Ese poder tiene Dios para guardarte de caídas.
“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” (Hebreos 2: 18)
Pídele al Señor que te socorra en momentos de tentación.
“Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:15 al 16)
Acércate a Dios con confianza en los momentos de debilidad, cuando estés siendo tentado, o cuando hayas ya tropezado, cuéntale todo lo que te sucede. Él no te rechazará sino que te socorrerá como un padre compasivo, si te acercas.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana: pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más que lo que podéis resistir, sino que dará también justamente con la tentación, la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)
“Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:4 al 5)
Si tu has creído y entregado tu vida a Jesucristo, eres guardado por el poder de Dios para alcanzar la salvación, en ello puedes encontrar descanso y nuevas fuerzas.

“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2)
Observa que la libertad de la muerte va unida a la libertad del pecado, podría decirse que aquel que no ha sido liberado del dominio del pecado, tampoco ha sido librado de la muerte. Una persona que tiene una vida que se caracteriza por el dominio que el pecado ejerce en ella, es una persona que aún necesita ser salvada.
Sólo Dios es capaz de santificarnos por completo y es sabio pedirle esta gracia en todas nuestras oraciones.
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6)
Nuestra seguridad descansa en la obra de Dios. Podemos confiar que a medida que pase el tiempo “el que comenzó la buena obra”, en otras palabras, el Espíritu Santo, nos irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo. También debemos rescatar que las Escrituras nos enseñan que nadie será perfecto en la tierra sino perfeccionado.
“Porque Dios es el que en vosotros produce, así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
Tenemos nuestra parte en esto, pero lo que lo hace posible es el obrar de Dios en nosotros. Dios nos da tanto el deseo como la fuerza para hacer lo que le agrada a él.
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Hebreos 13:20 al 21)
Él nos hará aptos para toda buena obra “por la sangre del pacto eterno” y no porque lo merezcamos, o podamos alcanzar, sino por el sacrificio que Jesús hizo por nosotros. Luego nos dice “haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él”, solo Dios puede hacer que una persona haga su voluntad, haciéndola El a través de ella por medio de su Espíritu Santo.
“(...) y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, os ha reconciliado en su cuerpo de carne por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él” (Colosenses 1:21 al 22)
Observa que Dios nos reconcilió para presentarnos santos y sin mancha. No debemos pensar que la gracia de Dios es una licencia para pecar o vivir una vida sin compromiso con lo que la Biblia enseña, sino un recurso o instrumento necesario para transformarnos a la imagen y semejanza de Cristo Jesús.
“Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condené al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros” (Romanos 8:3)
La Ley traída por Moisés demandaba justicia pero no la proveía, no otorgaba el poder necesario al hombre para obtenerla por la resistencia que desplegaba la naturaleza caída del hombre; por esa razón envió Dios a su Hijo, para darnos la salida a ese conflicto insoluble para el ser humano.
Ahora apréciese que la justicia se cumple “en” nosotros y no por nosotros. Si fuera “por” nosotros, nosotros seriamos los responsables de la justicia y los merecedores de las alabanzas. Pero como es “en” nosotros, sólo somos los que experimentamos la obra en nuestro interior de aquel que es responsable y merecedor de todas las alabanzas, Dios.
En otras palabras, Dios a través del Espíritu Santo va cambiando desde dentro hacia fuera al hombre haciéndole progresivamente obrar más justamente, esto también se debe a que a través de la obra de Cristo fuimos Justificados. Así la justicia de Dios se cumple en nosotros.
“Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús él cual nos ha sido, hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.” (1Corintios 1:30 al 31)
El cristiano jamás debe pensar que los cambios positivos que pueda llegar a suceder en su vida presente o después de la misma, se debe a su esfuerzo personal, sino que debe estar consciente que corresponde a la labor del Señor.
“Así que, si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Juan 8:36)
“(...) sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, afín de que no sirvamos mas al pecado.” (Romanos 6:6)
Nuestro viejo hombre es nuestra vieja vida antes de creer, lo que éramos antes de ser cristianos bajo el dominio ilimitado de la carne. El cuerpo del pecado se refiere a la vieja naturaleza pecaminosa dentro de nosotros, no al cuerpo humano. El verbo griego traducido como “sea destruido” no significa ser aniquilado por completo, sino derrotado y privado de poder.
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:14)
Podemos ser tentados y en algunas ocasiones caer en la tentación, como les sucedió a grandes hombres de la Biblia pero jamás el pecado será una norma constante o estilo de vida en el cristiano porque la gracia de Dios opera en él.
Él hace por completo la obra de salvación y santificación. Debemos confiar en la habilidad de Dios para llevarnos ante su presencia sin mancha; de lo contrario vamos a andar débiles. Esto no quiere decir que nosotros no vamos a experimentar la lucha, si no que no debemos estar ansiosos ni dudar en el poder de Dios para librarnos del pecado en el momento de la tentación.
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén." (1 Pedro 5:6 al 11)
Aunque padezcamos por un tiempo los ataques del diablo y tengamos que resistir en la fe, Dios nos establecerá, perfeccionará y fortalecerá.